Según van creciendo, nuestros hijos saben que pueden actuar sobre el medio que les rodea, y cada vez surgen a su alrededor más actividades en las que poner a prueba su inteligencia, su memoria, sus habilidades tanto personales como interpersonales... Y en función de todo ello poco a poco vamos conformando el autoconcepto y la autoestima.
Ahora bien ¿Cómo sabe el niño que ha hecho bien las cosas? Pues, entre otros condicionantes, porque nosotros como padres y otras personas significativas para él se lo hacemos ver así, además de los propios resultados de sus actos que le aportan el feedback necesario.
Por tanto, la autoestima (el valor que el niño se da a sí mismo) va a depender:
1) De los comentarios, actitudes y sentimientos que los padres y personas próximas transmitamos.
Los padres jugamos un papel fundamental en la autoestima de nuestros hijos pues influimos en cómo se sienten y se relacionan con los demás. Si confiamos en ellos, si les hacemos ver sus progresos, si les apoyamos en las dificultades, si les ayudamos a limar defectos... entonces su autoestima será alta y se sentirán seguros y confiados.
La autoestima de los niños se ve muy afectada por las etiquetas que en muchas ocasiones los propios adultos les colgamos. Se trata del niño etiquetado o encasillado en un defecto o rasgo de carácter negativo: "es un vago", "es muy desordenado", "es mentiroso", "es un contestón", "es muy tímido" "es." etc.
Es muy nega
El grado de autoestima puede ser un factor determinante para el éxito o fracaso no sólo en tareas escolares o laborales sino en aspectos fundamentales de nuestra vida.